sábado, 20 de octubre de 2007

Un día cualquiera

Casi todas las mañanas lo primero que veo al despertarme, todavía con los ojos cerrados, es una cara. Hay caras que duran días, semanas e incluso meses; hay caras fugaces y caras constantes; caras que auguran un buen día y otras que se presentan como una traición de mi inconsciente, aprovechando que he bajado la guardia mientras descansaba.
Quiero poder mirar en el fondo de los ojos de las caras que me hacen sonreir.


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